Diciembre de 2010, el año en que la Radicalización demostró ser tan eficiente e implacable como se venía anunciando. La respuesta ha sido similar a un reverencia japonesa. Mas de uno se ha hecho un seppuku (harakiri) mental. Una Derecha, que no es lo suficientemente seria para admitir su definición política, la Izquierda -la eterna Izquierda- gazmoña y senil, y una Nación obnubilada y centrada en sí misma y ultra-corto-placista.
Era de esperarse. Algunos dirían, que hasta bien merecido. Es igual, es indiferente, lo que digan (o digamos). Es la eterna bobaliconada que se lleva en la sangre. Es el Tiempo de idioteces y respuestas incoherentes. Algunos hasta han agradecido los insultos, por pura y simple pasividad. Un auto-suicidio. Un Síndrome de Estocolmo Nacional (¿?).
No ha sido de un día, para otro. No ha sido “sorpresa”. Adiós a la Alternabilidad; hora de irse aprendiendo la frase falangista “Muera la intelectualidad traidora” “Viva la muerte”. Los Unamuno no se ven en lado alguno (Puede ser que si estén, pero están tan callados, que ya importa un demonio lo que digan).
El neofascismo convence, persuade, tiene inconmensurable Poder y Fuerza Bruta.
Una combinación peripatética, un nuevo intento de Corea del Norte geronto-cleptómana en pleno. Pero es así. Es la realidad. Tan efectiva como protesta en Twitter. ¿Será el 2011 cuando nos vuelvan y vuelvan, una y otra vez a decirnos, enematizándonos, gritándonos “F*ck You!”, que alguien responda “F*ck You too!”?
Lo dudo. Veremos.
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